La magia es una de las principales fuerzas que rige nuestras vidas. Unos la tomaron como guía de sus vidas y otros la niegan y la defenestran siempre que tienen oportunidad.
La verdad es que ha estado a nuestro lado desde que el ser humano está en la tierra. En aquellos tiempos primitivos fue tomada como algo sobrenatural e incomprensible, casi terrorífico ante la incapacidad de poder comprenderla aquellos humanos trataron de convivir con ella mediante rituales y ofrecimiento de sacrificios.
Más tarde los pensadores de las grandes culturas la convirtieron en ídolos y le dieron imagen humana en cada una de sus manifestaciones, transformándola en colosales guerreros llevándolos a sus guerras y conquistas.
Así nos acompaño hasta la edad media donde el oscurantismo cegó a los pueblos por medio de religiones autoritarias y poderosos que con las armas trataban de conquistar todo pueblo que estaba a su alcance. En ese periodo los dioses casi humanos de las grandes culturas pasaron a ser vengativos, autoritarios y castigadores sembrando la muerte y el terror por doquier.
Ya cerca de nuestros tiempos sobre todo en las décadas del 50/60/70 un periodo donde parece que los dioses se apiadaron de la tierra dándole años de paz, floreciendo el arte por cada uno de sus átomos. En ese transcurrir los personajes mágicos por medio de la mitología se convirtieron en seres humanos que nos acompañaban en cada uno de nuestros actos. Quizás sean los únicos tiempos donde la magia por medio de sus representantes vivieron en comunidad y hermandad con los humanos.
Hoy los hombres por medio de la ciencia se dedican a manipular la naturaleza sin ni siquiera saber cuál es su rol en este planeta. Están plenamente decididos a tomar el papel que los dioses tenían y se introducen en cada uno de los misterios de la natura con formulas matemáticas queriendo explicar tal vez lo no explicable. Como es de suponer la magia esta desacreditada y desmentida en cada una de sus expresiones.
Mi niñez transcurrió en esa época prodigiosa donde la magia y sus personajes convivían sin miedos ni rencores en perfecta armonía con los humanos. Aquellos atardeceres cuando el sol trasponía las montañas eran momentos de reunión en las puertas de las casas. Los niños escuchaban de los abuelos sin pestañear, cada uno de sus cuentos y vivencias eran atesorados por nuestras mentes como la miel a las abejas.
Aquella tarde la abuela Micaela nos conto la historia de” la torca de las brujas” en Sambron.
Estamos en el pueblo de Para en la ladera de una montaña casi colgado del rio Cares , entre bosques de castaños robles y acebos, atravesado por caudalosos arroyos. Saliendo por el camino de la casa de atrás después de cruzar tres arroyos y varios bosques, entre prados y cierros amurallados con piedras calizas, en un espacio donde solo florecen las rocas se encuentra “la torca de las brujas”. El lugar goza de cierto privilegio pues tiene vista a todos los pueblos de la otra orilla del rio Lles, Robriguero, Tobes y Bores lucen sus coloridas casas casi al alcance de la mano y siempre de fondo el picu Peñamellera emblema del valle.
La torca (cueva que corre totalmente en vertical, hacia abajo) pese a estar en lugar accesible no es de fácil localización para el que no está acostumbrado a caminar por aquellos lugares. Solo un arbusto de arándanos a un costado de su entrada la identifica. Decía la abuela que la torca no tenia fin, que si se tiraba una piedra se perdería su sonio al oído humano y caería eternamente.
A unos cincuenta metros de profundidad, había una entrada lateral que daba a una especie de basílica profusamente adornada con estalactitas y estalagmitas. Se suponía que ahí vivían todas las brujas del valle, que ahí realizaban todos los conjuros y hechizos que los humanos le solicitaban. Solo en noches especiales cuando la luna corría siniestramente entre oscuras nubes salían al prado de Perumoru, allí en un pequeño bosque de saucos danzaban hasta el amanecer.
Aquellas noches de claro oscuros siempre eran anunciados por el quejido de algún cárabo en lo alto de un roble, aquella señal era suficiente para que en el pueblo todos se recogieran en sus casas.Nos recalcaba la abuela que si uno atendía podía escuchar la conversación y las risas de las brujas.
El esplendor máximo de las hechiceras sucedía la noche de San Juan cuando salían todas alineadas y se perdían en el desfiladero de la Hermida camino de Castilla donde permanecían varios días, momento en que la gente gozaba de cierta libertad y se ocupaba de realizar alguno de sus sueños.
Esta magia fue transmitida por un grupo de abuelas y yo como portador de esa magia lo comparto con el que la quiera y la sienta. Está prohibida para humanos insensibles que pasan por este mundo como herraduras de mula.
Jesús A. López