Mi pasión por las culturas antiguas me llevo hace unos días a la provincia de Córdoba (Argentina) concretamente a la sierra de los Comechingones lugar cargado de misterios, incógnitas y muchas cosas más. Hoy es un centro de energía, ovnis y ciudades intraterrenas visitado y estudiado por gentes de todo el mundo.
El lugar estaba habitado por los indios Comechingones, que cuando llegaron los colonizadores españoles se asombraron pues no tenían nada que ver con todas las tribus andinas que los rodeaban, que eran de baja estatura y tez morena. Los Comechingones eran altos de mas de 1.70 metros contra los apenas 1.60 de las demás tribus y poseían abundante barba y en algunos casos los ojos verdes. Esto desconcertó a los españoles un tanto pues no esperaban encontrar algo así, no solo eran mas altos y tenían barba (cuando el andino es lampiño) también tenían la piel blanca.
Todas estas características hizo que se tejieran múltiples leyendas sobre ellos y su territorio En el se encuentran lugares como el cerro Uritorco, que atrae miles de visitatantes de todo el mundo por sus energías y por las luces que aparecen de vez en cuando. También se cree que abajo del cerro se encuentra la ciudad de Erk y que las luces son naves que salen de la ciudad, lo cierto es que el cerro esta formado a base de cuarzo y otros minerales energéticos que hacen que cuando uno llega a su cima sienta la energía a pleno.
Es famoso un bastón de mando que pertenecía al cacique comechigón Voltan, conocido como bastón de la sabiduría con poderes mentales. Era una vara de mineral negro pulido de brillo intenso. Que según las los chamanes comechigones lo usaban para conectarse mentalmente con los habitantes de la ciudad enterrada. Lo más increíble de todo esto es que en los rollos escritos en tibetano encontrados cuando restauraban el palacio imperial de la ciudad prohibida en China, algunos hacían referencia, a este punto energético en la Patagonia. Asimismo Wolfram Von Eschenbach en su poema épico Percival o Parsifal hace referencia a este punto energético y al bastón de mando.
Mientras recorría las ruinas del poblado comechigón formado por casas semienterradas, (pues las construían cavando un hueco en la montaña y la terminaban con un techo de paja dejando una especie de patio en la entrada) vino a mi memoria, Perumoru ese lugar tan especial de nuestro valle que esta en el medio de los Cavandis, Para y Cerebanes que tiene la particularidad de que desde ahí puedes observar todo el valle, es como una atalaya en el medio con vista en todas las direcciones, rodeado de eucaliptos y bosques de castaños.
En el estaba la escuela y un poco mas allá el prau de las brujas, pues las abuelas decían que en un bosquecillo de saúcos que había en el prado se reunían las brujas que salían de la torca de Sambron la noche de San Juan. El lugar, que era el único llano que había, lo usábamos para jugar al futbol, pero con todo el cuidado de no acercarnos a los saúcos,
Y si alguna vez caía la pelota entre los sucos entrábamos todos juntos “bien a lo macho”.
En el medio de todo eso vivía el paseante, que en una especie de hondonada había echo una cueva en la tierra, cubrió la entrada con unos zardos rematados con tapines y la cerro con una puerta tejida con varas de avellano.
Mientras observaba las casas de los comechingones, no me podía olvidar de la casa del paseante ¿no habrá sido el paseante un adelantado, un iluminado?
