Los humanos somos seres de poca memoria, o dicho de otra manera, somos manipuladores, acomodadores de nuestra historia. Cada uno tiene la suya que la defiende a capa y espada y tratara de imponerla sin escatimar esfuerzos al precio que sea.
Todos llevan en sus genes grabados ese instinto desde las cavernas. No han evolucionado mucho sus mentes, es curioso ver como evoluciono su inventiva y no su mente espiritual y moral para poder comprender el camino que tomaron.
Si embargo hubo lapsos en que pareciera que algo de eso sucedió, aunque solo haya sido un reflejo, olvidándose de las ideoligias, las diferencias y el odio. Un ejemplo de eso fueron nuestros padres, nuestros abuelos y hasta nosotros mismos, que pese a nuestra poca edad quedaron grabados en nuestras incipientes mentes momentos tan especiales.
A nuestros padres le toco vivir los momentos más extremos de la historia de nuestro país. Ellos formaron parte de una guerra fraticida e inexplicable para defender unos ideales a los que muchos fueron ajenos. Muchos pelearon por esas ideologías a ultranza, y otros pelearon por que le pusieron un fusil en las manos y los obligaron a pelear para el primer bando que paso por su puerta. Fueron tiempos inhumanos y desgraciados pelearon entre desconocidos, entre vecinos y entre hermanos, el terror, las venganzas, lo irracional el odio acompaño sus vidas.
La blanca “Parca” y la negra “Muerte” engordaron sus huesudos cuerpos trabajando sin descanso de trinchera en trinchera, de monte en monte, de huerto en huerto de casa en casa segando vidas y llenando de angustias a los que sobrevivían.
Un día la tragedia termino y comenzó un periodo, más o menos pacifico, la mayoría olvido sus diferencias y se pusieron a trabajar sin horario con la única consigna de sobrevivir, los pocos que no aceptaron esa paz se fueron con sus armas a los montes a defender sus ideales irracionales. Por fin la paz reino y levantaron casas, limpiaron baldíos, araron los campos, sembraron semillas, y segaron los prados de sol a sol.
Nuestras madres criaron hijos de cuatro en cuatro, de cinco en cinco, de nueve en nueve de doce en doce y recorrieron los caminos de huerto en huerto de prado en prado con sus hijos en los brazos y una cesta en la cabeza con comida para los segadores. Lavaron pañales en las gélidas aguas de las fuentes y llenaron las cocinas de olor a ajo, romero, albahaca y perejil.
Nuestros padres segaron prados, plantaron árboles, sembraron semillas, cuidaron anímales y juntaron leña para cocinar las comidas y calentar los crudos inviernos.
Nuestros padres fueron trabajadores anónimos a destajo, solo hicieron piquetes para trabajar, nunca levantaron una mano para protestar ni pidieron nada a cambio por su trabajo. Su único objetivo fue trabajar para que sus hijos crecieran con dignidad, en paz y sin guerras.
Nuestros padres levantaron cimientos sólidos para que este país salga del odio y la destrucción. Ellos trabajaron sin descanso para que el país se levante con cimientos firmes. Sobre esos cimientos creció un país libre con trabajo y oportunidades para todos, en paz y con promesas de un futuro mejor.
Mas un día regresaron los políticos de ambiciones ilimitadas, que aprovecharon las desgracias del pasado para sus ideologías y hundieron todo lo que nosotros y nuestros padres habíamos conseguido. Hoy nuestro querido país se debate entre el odio, la corrupción, lo inmoral y la desesperanza, en nombre de la democracia y el progreso.
Le dedico estas letras a nuestros padres, que lucharon anónimamente para legarnos un mundo mejor, que nunca nadie abogo por ellos, que no tuvieron estatuas, ni placas recordatorias, como nuestros políticos que se jactan con sus logros dedicándose honores, bustos y nombres de calles, cuando deberían trabajar con el mas bajo perfil.
Jesús A. López