Saludos a todos. Igual no viene a cuento, pero se acercan las elecciones y antes quiero dejar esta receta:
SALMÓN A LA RIBEREÑA
La receta
Ingredientes:
Un salmón salvaje asturiano.
Un generoso puñado de insensatez.
Un buen chorro de ignorancia (Si el tendero le dice que de eso no tiene, se puede sustituir por la misma cantidad de prepotencia)
Un poco de ceguera.
Otro poco de sordera.
Y un mucho de necedad.
Los datos
El salmón llegó a ocupar en la Península Ibérica 123 ríos, desde el Guadiana hasta el Bidasoa .
Las gráficas de capturas mantienen una línea descendente progresiva e irrefutable.
Actualmente, sólo tres ríos en toda la Península ibérica mantienen poblaciones significativas: Narcea, Sella y Cares-Deva. En el resto de los ríos españoles la presencia del salmón es simplemente anecdótica: Galicia, Cantabria, País Vasco y el resto de los ríos asturianos ya no cuentan para nada en el mapa salmonero.
Se eliminaron los tramos de captura y suelta para la pesca del salmón, ¿Será por el daño que se hacía sobre los peces?
Se aumentaron los cupos de captura. (Esto no, esto no influye)
Se mantiene la típica medida “ecologeta” vedando los jueves, cuando se podría haber instaurado como día de captura y suelta ayudando así a las precarias economías ribereñas.
Fuego amigo.
Que a la luz de los conocimientos que hoy existen sobre las poblaciones de salmón se haya redactado una Normativa de pesca como la presente le deja uno con una cara de tonto que no se lo puede creer. ¿Disparan con napalm sobre lo que tienen que proteger? ¿Siembran los ríos con minas antisalmón? ¿Realmente están seguros y convencidos de que así protegen a este magnífico pez?
Creo sinceramente que la inmensa mayoría de los votantes del precario gobierno en funciones no les haya votado para eso.
Y la nausea
Uno no puede creerse que políticos de nivel, con los datos que hoy se tienen, sean capaces de promulgar así sin más una Normativa de pesca como la actual. Y eso le lleva a pensar en una perversión, una maldad: que lo que se busca no es otra cosa que acabar con los salmones y así tener los ríos libres para poder entrar en el negocio del agua, un negocio con futuro y cerrado para sólo unos pocos y que mueve mucho dinero, mucho más que el negocio del arte, como son las obras de presas y embalses. Kilovatios y trasvases a degüello. Y un hueco, a ser posible, en el Consejo de Administración de la Hidroeléctrica de turno.
Y es entonces cuando uno siente el vómito, la arcada, la nausea.
Felipe P. Melero
Peñamellera Alta