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« en: 03 de Enero de 2014, 04:46:23 pm »
Sería allá por el año 1954/55 del pasado siglo. Tendría yo, pues eso, 6 o 7 años. Fue la primera cabalgata de reyes que yo viví en mi pueblo (Panes). Como podrán suponer, la ilusión era tremenda. Íbamos a ver a los Reyes Magos en vivo y en directo y ellos mismos nos iban a entregar los juguetes que habíamos pedido a través de aquellas cartas escritas con ilusión y nervios de niño.
Pronto se hizo de noche y las calles del pueblo se poblaban de niños acompañados de sus padres, abuelos y hermanos mayores.
Yo estaba situado junto a la farmacia (vivíamos arriba) con mis padres y hermanos y a lo lejos, por el barrio de los gitanos, se acercaba el camión de Mezo, pitando lo que daba de sí la bocina y con las luces largas.
Paró junto al ayuntamiento y nos dirigimos allí corriendo. Entre el cura y los maestros nos pusieron en fila y nos acercábamos al camión para recibir nuestros correspondientes regalos.
Cuando me tocó el turno, un rey negro me entregó un par de cajas: “esto para ti, Alfredín, por haber sido bueno”. Yo estaba impresionado, pero algo no me cuadraba. Quise volver a mirar al rey negro, pero los demás niños se me echaban encima.
Llegué donde mi madre que me dijo:
-“A ver, hijo, ¿qué te trajeron?
-Pues esto, mamá….
-¿Y quién te lo dio?
-Pues yo creo que era Luis Gallego..
-¡¡¡¡Ayyyy, que sinvergüenza..!!!, me increpó mi madre…¿Cómo iba ser Luis Gallego? Es el rey Baltasar…A ver si te los van a quitar..
Yo me callé, por miedo, pero ¿Cómo no iba a conocer, por muy disfrazado que estuviera, al hombre que te sacaba las fotos y te ponía las inyecciones….?