Hace ya un tiempo escribí este humilde comentario que publicó el diario "El Comercio". Lo traigo a esta página, por los comentarios que sibre el particular he leído...
"Mi padre murió cuando yo tenía 19 años. Él sólo tenía 53. Muchos menos que los que yo tengo ahora. Mi recuerdo de él es hermoso. Siempre sentí no haber podido alternar juntos, porque a mi padre, como a mí, siempre nos gustó la “juerga”.Quizá por eso me aferré a mi suegro, que tampoco está hoy aquí. Pero mi suegro era más tranquilo. Le gustaba tomar los vinos y recorríamos algunos lugares cercanos: Pechón, Pesués, Muñorrodero, Luey. A veces haciamos una descubierta hasta Puentenansa, y si había bolos mejor…
¡Cuanto me hubiese gustado haberlo hecho con mi padre! Sin embargo cuando era más chiquillo, mi padre me daba unas hostias que me ponía mirando para el “Pico Peñamellera”. Mi padre estaba hecho a su época, y así se controlaba y se educaba a los crios de aquella. Que es ¿que no recuerdan ya, aunque sea por la literatura, lo colegios ingleses?
Hoy, veo en la prensa que una señora que le había dado una bofetada a su hija -por lo que algún juez irresponsable y extraterrestre, pedía para ella dos años de cárcel- ha sido absuelta. ¡Joder, menos mal!¿Dos años de cárcel….? Bueno. Entonces pensé: Mi padre, si viviera hoy, tendría que estar cumpliendo “cadena perpetua”. Pero no sólo mi padre. Mis maestros, el cura de mi parroquia, los curas escolapios de Santander y Villacarriedo, donde estudié el bachillerato (interno). Y, gracias a Dios, mi padre nunca se quitó la correa.
Gracias, papá, “por darme las hostias que me diste”. De no haber sido así, quizá yo no fuera el hijo que tú querías que fuese. Estate tranquilo. Nunca te reprocharé nada porque estoy seguro de tu amor hacia mí y hacia mis hermanos.
Ya ves, yo nunca le di ni un zapatillazo a mis hijos. No fue preciso. A lo mejor, es que lo que aprendí de tí evitó tener que hacerlo.
Hoy a los padres se les lleva a los juzgados por una simple bofetada (oportuna) a sus hijos. ¡Hay que joderse…!
Un abrazo, papá. Aquellas “hostias” que me diste de "criu" las echo de menos, porque, al final, me abrazabas… ¡Y hace tanto tiempo ya de eso….!
Que nadie se equivoque. Yo no propugno la violencia infantil en ningún sentido. Yo hablo de mi padre y sé cómo nos quería y cómo consumió su corta vida por nosotros. De aquella se daban cachetadas, o llámenlo como quieran. Si hoy se diese alguna que otra, la cosa cambiaría. Esto lo digo yo con todas las consecuencias que pueda traerme. Y no tengo miedo a nadie, porque de "progres" de pacotilla estoy hasta los mismísimos...."