A medida que pasan los años las personas nos volvemos más calculadores y más precavidos. Asimismo le vamos buscando respuestas a lo desconocido, y nos convertimos en jueces críticos de todas las creencias que conviven con nosotros.
Yo cada día tengo mas dudas sobre nuestras celebraciones, sobre todo religiosas.
Pero por eso no dejo de pensar que algo positivo tienen. Por más que hoy lo vea de otra manera, no dejo de pensar con añoranza en aquellas navidades tan familiares, mágicas y entrañables de mi infancia, y de más adelante también.
Aunque hoy por desgracia se convirtieron en algo muy comercial y mundano, todavía quedan reminiscencias de aquellos tiempos y todavía sirven para reunir la familia, por más que nos terminemos criticando y a veces peleando.
Otros tiempos corren y otras maneras de pensar también. Sin embargo, añoro aquellos días, cuando esperábamos meses para que llegara ese día, y aunque en mi casa la abundancia no era lo que primaba –un turrón blando, otro duro, dos botellas de sidra, algund besugo al horno, o algún animalito, que generalmente no llegaba a la mesa, por que ninguno era capaz de segar su vida- todo quedaba resuelto con el entusiasmo, la fe y la fantasía con que nos envolvían esos días.
Recuerdo esos días, como la gente hacia un alto en su trajinar y cambiaba a un estado de amistad y relajación, que se palpitaba en el ambiente.
Todos acudíamos a los actos religiosos con respeto. Las campanas y los villancicos invadían el valle y en todos nosotros había un cambio sincero y lo disfrutábamos con todos los sentimientos.
Como ya dije hoy todo eso cambio y solo sirve para derrochar dinero en regalos, que muchas veces son inútiles y para darse panzadas alimenticias sin sentido.
De todas maneras debemos rescatar que por lo menos, sigue sirviendo para reunir la familia
Y a pesar de todos los inconvenientes y formas de pensamiento, yo les deseo, FELICES FIESTAS.
Jesús A. López