EL “CEGARATU” DE ROBRIGUERO
De todos los personajes del valle, en tiempos pasados quizás sea el menos conocido.
Para los niños de La Ribera fue el mas siniestro y pavoroso de todos, ya que los mayores los aterraban con sus andanzas.
Fue tan espeluznante que incluso fue más que el “hombre del sacu” y del “untu” incluso tanto como las Bruxas o la Güestia.
En Para fue muy conocido, circulaban miles de historias sobre el, tan terroríficas que los crios tenían pesadillas cada vez que hablaban de el.
Era un personaje desconocido para los niños pues siempre andaba de noche debido a un problema en la vista. De día no podía ver bien, la luz le molestaba y pestañeaba constantemente como los albinos, pese a que nada indicaba que fuese albino. Periódicamente atravesaba el puente viejo y por el Cantarillon trepaba hasta Para, con un saco en la espalda vestido con chaqueta y pantalón de pana negra, sobre su cabeza una boina negra medio raída por la suciedad y el paso del tiempo.
Llegaba siempre de noche pues no pestañeaba y podía ver bien. Se paraba delante de las puertas sin decir palabra alguna y esperaba a que le dieran algo para comer. Esta situación llevaba en algunas ocasiones a que las mujeres cuando salían al portal a tirar agua se llevaran grandes sustos huyendo despavoridas al encontrarse con semejante figura bajo la luna.
Cuando alguno lograba un poco de aplomo y le daba alguna comida la metía en el saco y se iba a otra puerta.
Solo pedía comida, y decían que cuando llegaba a casa, lo juntaba todo, lo rebozaba con harina, lo freía y se lo comía todo de una vez.
Eran muchas las versiones de su vida, unos decían que había quedado así de un susto, otros decían que ya había nacido así, otros decían que se hacia el ciego para que le dieran comida y los mas sensibles a lo misterioso decían que era el diablo que iba de puerta en puerta marcando almas para el infierno.
Fuese lo que fuese durante mucho tiempo fue el terror de las mujeres desprevenidas y la pesadilla de los niños.
Seguro que en la memoria de algunos todavía perdurara la retórica de los mayores.
¡Guaje, portáti bien que sino bien el “cegaratu” y métete en el sacu con harina y te guisa!
A veces reflexiono y pienso si estos personajes no serán la base de muchos de nuestros seres mitológicos.
Jesús A. López