Sentado en mi balcón, a la vera de un enorme plátano, observo como la lluvia golpea monótonamente sobre el asfalto de la calle.
El repiqueteo y el murmullo de la lluvia sobre las hojas, traslada mis recuerdos a tiempos pasados, y quedan fijos en esas radios. Esas enormes cajas de madera lustrada con dos grandes ojos tapizados de tela tejida con hilos dorados, y una gran boca adornada con múltiples palabras escritas en el cristal y una aguja danzarina que va de un lado al otro.
Era una caja llena de magia, donde se pasaba de un discurso auna canción en un periquete.
Pero lo mas magico eranh los miles de zumbidos,chirridos y silbidos que se porducían cuando uno movía el dial para buscar una emisora. Eran tan extraños , tan exóticos, que lo trasladaban a uno a viajes cósmicos, a mundos lejanos, a sueños estelares.
Volviendo a lo de la radio. Cuentan que un día Juan "Quincalla" bajo a Panes y le compro una radio a Solis. Al otro día Solis subio a Cabandi y le conecto la radio y se la dejo con el dial en radio San Sebastian. Pasdois algunos años Juan fue a buscar a Solis por que la radio se había descompuesto.
Vólvio Solis a Cabandi y encontro la radio con ese sonido cósmoco pero en perfecto estado.
El asuto es que la radio estaba en la misma emisora que la había dejado Solis cuando la conecto, y parece que Juan quiso limpiarla y la aguja se movio un poquito.En todos esos años Juan no supo que había mas emisoras.
¿Triste? ¿Algre? Creo que las dos cosas. El analfabetismo y la ignorancia nos hace creer las dos cosas.
¿Que sera de esos aparatos tan entrañables , que un día fuerón compañía y parte del inmmobiliario de nuestra cocinas, que nos de llenarón de alegrias y tristezas, y que en algunos momentos queríamos zurrarlos con el mazo por que no podíamos sintonizar el partido debido a las inclemecias climáticas.
¿ Quedara alguna en el désvan, o en algun rincón de nuestras casas?
Jesús A. López