Conocí a Julita y Paco una tarde de Buenos Aires en un viejo bar con gruesas mesas de madera gastadas por el tiempo con olor a tango, cuentos de Cortázar y algún poema de Borges. Paco campechano, bonachón y observador de todo Y Juli siempre con amplia sonrisa desparramando alegría por doquier. Era la primera vez que la veía en mi vida, aún sabiendo los problemas de su salud dejó en mi una huella de vida y asombro difícil de asimilar, pues uno se la creía tal vez abatida y no se cuantas cosas más. Me lleno de admiración su valentía su gallardía y su alegría,si, su alegría y entereza para contar su enfermedad como si se tratase de un chiste. Me impacto su rostro, con la sonrisa de oreja a oreja, con su pelo incipiente apenas retoñando producto de alguna quimio hablando abiertamente de su mal, como si fuese algo muy normal. Sabedora de mi cariño y pasión por esa tierra no dudó en recorrer cada uno de los caminos y lugares que yo fui narrando con los años en este foro, y de cada lugar me acerco hasta la mítica Buenos Aires en pedacito de esa tierra tan querida, una piedra, una flor, una ramita, un trozo de una puerta, hasta fotos de alguna firma con mi nombre de los dichos y versos que solía tallar con mi navaja en puertas y árboles, reliquias que guardo como mis recuerdos.
Se fue Juli, seguro que sonriendo como yo la conocí, la muerte solo es un cambio de estado y como siempre estará en nuestra memoria, seguirá viva eternamente. Paco, Nel, Celina, Felipe y los que no conozco, a todos sepan que los siento como hermanos y los acompañó cada instante en estos momentos difíciles. Desde Buenos Aires un fuerte abrazo de Chucho, Josefina y Maxi.