Una de las cosas que más recordamos son las travesuras, que por más que la relacionemos con la infancia nos acompañara toda la vida, y no es extraño que nos tienten en cualquier momento.
En una ocasión mi amigo Toño y yo conseguimos una revista de “Mecánica Popular”
En ella describían como fabricar un cohete casero con cosas que se podían conseguir en el hogar. Ni cortos ni perezosos nos pusimos a construirlo con cajas de cartón como decía la revista, pero por más que intentamos no pudimos resolver el cuerpo del cohete y lo dejamos de lado.
Como algunos días me tocaba ir a Panes a buscar el pan de Cideres, cuando pasaba por el centro iba curioseando todo, es así que un día que me dio por mirar el escaparate de las Meleras vi que las telas estaban enrolladas en tubos de cartón. Me pareció que para construir el cohete era lo ideal y me arme de valor para entrar, cuando entre solo estaba Irene, y después de dos horas de tartamudear lo que quería me entendió y me regalo dos tubos. Con semejante tesoro pronto nos juntamos en la socarreña y pusimos manos a la obra. En la casa de los viejos juntamos potasa, de la que se usaba para abonar los prados, Vaselina que se usaba para las ubres de las vacas y carbón que sacamos de la cocina, con todo hicimos una pasta y llenamos el tubo, tapamos la punta con una madera bien afilada y la base con otro tapón de madera. A continuación lo pintamos todo de rojo y con pintura amarilla le dibujamos un 321 y un rayo, de ese modo lo bautizamos ¡¡¡¡El rayo!!!!!
Con el cohete nos acercamos a la bolera y con toda pompa precedimos al lanzamiento.
Fue un fracaso total, ni si quiera levanto vuelo, se cayo de costado y se incendio, en un minuto solo quedo un montón de ceniza.
No desanimados por el fracaso, con el otro tubo reconstruimos el cohete de nuevo, y pensamos como haríamos para que el cohete se elevara hasta cierta altura y ahí se prendiera la mecha, después de revisar bien la revista encontramos una solución que ya conocíamos el carburo y un bote. Buscamos un bote de melocotones y se lo pegamos en la base del cohete. A continuación nos dirigimos a la nueva base de lanzamiento que seria, el Pozo de Monejo.
Cavamos un pozo en la arena lo llenamos de carburo y a continuación plantamos el cohete con el bote bien enterrado para que ni pierda presión. Prendimos la mecha del cohete que estaba calculada para que lo encendiera acierta altura, llenamos el hoyo de agua por un costado lo tapamos con arena y nos refugiamos atrás de unos árboles. Cuando ya estábamos por salir, pues no pasaba nada, Paffff………….se elevo unos metros se incendio y salio para un costado viboreando como un volador, cruzo el río y cayo en un maizal que estaba en la otra orilla. Como el maizal ya estaba bien seco, listo para cosecha, se incendio y se quemo medio maizal.
Durante mucho tiempo nos persiguió la conciencia, y si escuchábamos que había alguno de Robriguero, rápidamente desaparecíamos si dejar rastro.