el foro de Nel

La tormenta mas salvaje que yo pase fue una que me atrapo cuando subía hacia Cuerapara dar de comer a unas vacas que teníamos en el Joyu. A la altura del lavadero de la mina se veía sobre la pena de Robriguero una nube negra oscurísima que acopaba toda la cresta de la pena, en cinco se puso todo oscuro que no se veía nada solo un infierno de rayos que sin descanso caían del cielo. Eran rayos y truenos por todas partes. Como pude llegue hasta las cuadras de Arbas totalmente empapado y lleno de miedo, era común  que cuando uno se majaba meterse en el pajar entre la hierba seca y permanecer ahí hasta que uno se secara. Creo que ese día el meterme entre la hierva me salvo la vida, pues en un momento por un hueco que había a la altura del techo entro un rayo que ilumino todo dejándome ciego por un buen rato. El rayo entro en el pajar dejando un olor a azufre irrespirable bajo a la cuadra y fue a parar a una de las cadenas que había en el pesebre donde se ataban las vacas con la cebilla como no encontró continuación se metió en el piso y cavo un surco como el de un arado y salio por debajo de la puerta. Ahí permanecí largo tiempo hasta que la tormenta amaino y creo que fue el día que mas rápido corrí en mi vida, hasta casa no pare.

Son grandes las “magostas” en los recuerdos de los que algún día nos alejamos del dominio de los castañeos. Son recuerdos de helechos,  cremosas hojas y olor a naturaleza virgen.
 Con cestos artesanales tejidos con la noble madera del mismo castaño y tenazas a tono creadas de sus brotes mas  noveles, partíamos a “busco” por los empinados bosques en busca de aquellos dorados erizos que aprisionan los curtidos frutos. Con gran habilidad revolvíamos hojas y helechos y con las tenazas atrapábamos aquel envoltorio cubierto de erizantes púas. Lleno el cesto regresábamos por caminos idílicos envueltos en aromas de vida saltando como caperucitas imaginarias a nuestras casas.
Poco a poco cada uno se reunía con su cesto en la bolera donde ya ardía una gran hoguera. Paulatinamente y con precisos movimientos de los pies íbamos abriendo aquel  erizo cautivador dejando al descubierto aquellos frutos envueltos en fino vestido de cuero.  A continuación eran entregados a las llamas abrasadoras que los convertían en negras cascaras y doradas castañas, entre explosiones de alegría. A medida que aprecian  las castañas los mozos y las mozas las atrapaban y las degustaban con frenesí r rociándolas con abundante sidra.
Cuando el elixir de las manzanas armonizaba el etilo con el pensamiento, los concurrentes al son de la “gramola” de Carmen o una lata de pimentón hábilmente golpeada por un músico desconocido, danzaban alegremente, hasta que las primeras luces del nuevo día aprecian atrás de la montera del pico Peñamellera.
Así eran aquellas “magostas” con las cosas que la naturaleza nos entregaba, con lo necesario, sin necesidad del dinero,  sin las arengas de ningún político ni los consejos de ningún psicólogo, solamente con lo que la naturaleza y la paz de no necesitar más cosas. Solo así éramos felices.

                                                                                                             Jesús A. López

Que recuerdos Alfredo. Yo recuerdo que mi madre nos metía a mi hermano y a mi en una batea de esas de zinc y nos daba con jabón “CHIMBO” hasta que no quedaba bicho alguno en nuestro cuerpo. A intervalos se iba y atendía el puchero que hervía sobre aquellas cocinas de hierro profusamente adornadas detalles en broce. Esos intervalos nos relajábamos y hacíamos un circulo con el pulgar y el índice lo metíamos en el agua soplábamos y hacíamos unas burbujas increíbles que volaban llenando el aire de magia.
Que cosa los jabones aquellos, que perfumes tan gratos sobre todo el Heno de Pravia y el de La Toja, no se que le ponían pero los que venden hoy  casi ni tienen olor. Que placer era dormir cuando te los ponían debajo de la almohada.

La magia es una de las principales fuerzas que rige nuestras vidas. Unos la tomaron como guía de sus vidas y otros la niegan y la defenestran siempre que tienen oportunidad.
La verdad es que ha estado a nuestro lado  desde que el ser humano está en la tierra. En aquellos tiempos primitivos fue tomada como algo sobrenatural e incomprensible, casi terrorífico ante la incapacidad de poder comprenderla aquellos humanos trataron de convivir con ella mediante rituales y ofrecimiento de sacrificios.
Más tarde los pensadores de las grandes culturas la convirtieron en ídolos y le dieron imagen humana en cada una de sus manifestaciones,  transformándola en colosales guerreros llevándolos  a sus guerras y conquistas.
Así  nos acompaño hasta la edad media donde el oscurantismo cegó a los pueblos por medio de religiones autoritarias y poderosos que con las armas trataban de conquistar  todo pueblo que estaba a su alcance. En ese periodo los dioses casi humanos de las grandes culturas pasaron a ser vengativos, autoritarios y castigadores sembrando la muerte y el terror por doquier.
Ya cerca de nuestros tiempos sobre todo en las décadas del 50/60/70 un periodo donde parece que los dioses se apiadaron  de la tierra dándole años de paz,  floreciendo el arte por cada uno de sus átomos. En ese transcurrir los personajes mágicos por medio de la mitología se convirtieron en seres humanos que nos acompañaban en cada uno de nuestros actos. Quizás sean los únicos tiempos donde la magia por medio de sus representantes vivieron en comunidad y hermandad con los humanos.
Hoy los hombres por medio de la ciencia se dedican a manipular la naturaleza  sin ni siquiera saber cuál es su rol en este planeta. Están plenamente decididos a tomar el papel que los dioses tenían y se introducen en cada uno de los misterios de la natura con formulas matemáticas queriendo explicar tal vez lo no explicable. Como es de suponer la magia esta desacreditada y desmentida en cada una de sus expresiones.
Mi niñez transcurrió en esa época prodigiosa donde la magia y sus personajes convivían sin miedos ni rencores en perfecta armonía con los humanos. Aquellos atardeceres cuando el sol trasponía las montañas eran momentos de reunión en las puertas de las casas. Los niños escuchaban de los abuelos sin pestañear, cada uno de sus cuentos  y vivencias eran atesorados por nuestras mentes como la miel a las abejas.
Aquella tarde la abuela Micaela nos conto la historia de” la torca de las brujas” en Sambron.
Estamos en el pueblo de Para en la ladera de una montaña casi colgado del rio Cares , entre bosques de castaños robles y acebos, atravesado por caudalosos arroyos. Saliendo por el camino de la casa de atrás después de cruzar tres arroyos y varios bosques, entre prados y cierros amurallados con piedras calizas, en un espacio donde solo florecen las rocas se encuentra  “la torca de las brujas”. El lugar goza de cierto privilegio pues tiene vista a todos los pueblos de la otra orilla del rio Lles, Robriguero, Tobes y Bores lucen sus coloridas casas casi al alcance de la mano y siempre de fondo el picu Peñamellera emblema del valle.
La torca (cueva que corre totalmente en vertical, hacia abajo) pese a estar en lugar accesible no es de fácil localización para el que no está acostumbrado  a caminar por aquellos lugares. Solo un arbusto de arándanos a un costado de su entrada la identifica. Decía la abuela que la torca no tenia fin, que si se tiraba una piedra  se perdería su sonio al oído humano y caería eternamente.
A unos cincuenta metros de profundidad, había una entrada lateral que daba a una especie de basílica profusamente adornada con estalactitas y estalagmitas. Se suponía que ahí vivían todas las brujas del valle, que ahí realizaban todos los conjuros y hechizos que los humanos le solicitaban. Solo en noches especiales cuando la luna corría siniestramente entre oscuras nubes salían al prado de Perumoru, allí en un pequeño bosque de saucos danzaban hasta el amanecer.
Aquellas noches de claro oscuros siempre eran anunciados por el quejido de algún cárabo en lo alto de un roble, aquella señal era suficiente para que en el pueblo todos se recogieran en sus casas.Nos recalcaba la abuela que si uno atendía podía escuchar la conversación y las risas de las brujas.
El  esplendor máximo de las hechiceras sucedía la noche de San Juan cuando salían todas alineadas y se perdían en el desfiladero de la Hermida camino de Castilla donde permanecían varios días, momento en que la gente gozaba de cierta libertad y se ocupaba de realizar alguno de sus sueños.
Esta magia fue transmitida por un grupo de abuelas y yo como portador de esa magia lo comparto con el que la quiera y la sienta. Está prohibida para humanos insensibles que pasan por este mundo como herraduras de mula.
                                                                                                                    Jesús A. López                                                         

Si Manolo, algunos nos volvimos unos vagos. Veremos si este fin de semana podemos hilvanar algo.

De acuerdo Alfredo, creo que las modas no tienen limites, y nosotros tampoco ya que lo aceptamos sin condición alguna, no nos damos cuenta que estas costumbres invasivas van atrofiando las nuestras poco a poco hasta que desaparecen en una mezcolanza no muy agradable. Algunos dirán que eso es progreso y un paso a otra cultura universal, pero por lo que se ve no sucede nada de eso, al contrario termina en una maraña incomprensible. No creas que es ahí solo la moda anda por acá también, se contratan los mariachis para todo y como dicen acá  la mayoría de las veces  son “mariachis de Avellaneda” pues ni son mexicanos. Hace un tiempo que asistí a una boda gaucha, después de una noche intensa de bailes y bebidas y cuando todos estábamos en el mayor estado de desanimo ¿Quién apareció a las 6 de la mañana, Martin Fierro, Don Segundo Sombra, El gaucho Celedonio cantando zambas? , nada, eran los mariachis en el medio del campo cantando las mañanitas, y nosotros con cara llena de estupidez y de incomprensión. Estas son las modas que nos venden hoy, yo no me imagino a los mariachis tocando las mañanitas en la braña la Pipa. A mi me gustan mucho pero creo que en su lugar.

Yo recuerdo perfectamente el vienton, recuerdo que andaba por la calle con mi hermano y cuando queríamos  cruzar una esquina nos levantaba en el aire, como pudimos llegamos a casa , era tan terrible y siniestro que parecía que levantaba la casa en el aire. Del miedo nos metimos en la cama. Cuando amaino un poco, nos levantamos por las voces que sentimos, era como si todos estuviésemos en la calle, cuando salimos a la calle, a mi casa le faltaban dos paredes.

Eso, y que reconstruya la capilla, que buena falta le hace.